Vázquez
fue invitado a la ceremonia, pese a las dudas que existían en el
gobierno sobre cómo sería el relacionamiento luego de los anuncios del
nuevo gobierno.
Bolsonaro llamó a todos los gobernantes de la
región (Piñera, Macri, Abdo), pero no al presidente uruguayo. En el
gobierno la lectura fue clara.
Sin embargo Vázquez pidió a sus ministros que no se pronunciaran políticamente sobre el resultado electoral de Brasil.
Su
pedido no logró totalmente su cometido: la ministra de Educación Marìa
Julia Muñoz opinó que la ciudadanía uruguaya "no es tan retrógrada" para
apoyar un candidato con las propuestas de Bolsonaro.
Más allá de
eso, Uruguay fue el país que más demoró en pronunciarse oficialmente
sobre la victoria de Bolsonaro y el presidente debió llamar a
conferencia de prensa para aclarar la posición oficial y anunciar que
iría a la toma de posesión.
PROTECCIÓN ANTIMISILES
El
martes, será proclamado en Brasilia 38º presidente del gigante
sudamericano, en medio de un impresionante dispositivo de seguridad.
"La
fiesta está pronta. Será segura, la coronación de un proceso
democrático", afirmó el domingo Sergio Etchegoyen, jefe del Gabinete de
Seguridad Institucional (GSI) de la Presidencia tras el ensayo de la
ceremonia.
Figurantes simularon el trayecto de Bolsonaro y su
esposa Michelle por la Explanada de los Ministerios. Pero es una
incógnita si lo harán en auto descapotable, un Rolls Royce usualmente
utilizado para los traspases de mando.
El recorrido va de la
Catedral al Congreso -donde será investido formalmente- y al Palacio de
Planalto, para el traspaso de la banda presidencial con el saliente
Michel Temer. Por la noche, habrá una recepción en el Palacio de
Itamaraty (cancillería).
La ceremonia, para la que se esperan de
250.000 a 500.000 personas, estará vigilada por un sistema antimisiles,
aviones de combate y un riguroso control en suelo.
El operativo
velará también por los mandatarios y autoridades extranjeras presentes,
como el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu y el secretario de
Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo.
El público tendrá que atravesar por lo menos cuatro puntos de control y detectores de metales instalados en lugares aleatorios.
También fueron impuestas restricciones de circulación a los reporteros que cubrirán el evento.
Aunque
hay previsiones de lluvias, no se podrá llevar paraguas: tampoco coches
para bebés, mochilas, bolsos o máscaras. Las botellas de agua,
animales, objetos cortantes, productos inflamables, fuegos artificiales y
láser también están prohibidos.
PRIORIDADES
Este
excapitán del Ejército creció aupado por la insatisfacción popular
provocada por la crisis económica, el desempleo, los altos índices de
violencia y los escándalos de corrupción de los últimos cuatro años.
En
materia económica, su prioridad número uno es tramitar en el Congreso
una reforma del sistema de jubilaciones para reducir su impacto en las
cuentas públicas. Pero la medida, altamente impopular, no será fácil de
aprobar y requerirá arduas negociaciones con los legisladores.
Otra
de sus banderas de campaña ha sido la flexibilización de la posesión de
armas, bajo el argumento de que las "personas de bien" deberían poder
defenderse de los delincuentes.
Aunque algunos especialistas
señalan que las restricciones que hoy existen por ley deberían
modificarse a través de una nueva ley, Bolsonaro anunció el sábado que
pretende cambiar algunas restricciones por decreto una vez que asuma la
presidencia.
Una encuesta del instituto Datafolha divulgada este
lunes revela que el 61% de los brasileños cree pese a todo que la
posesión de armas de fuego "debe ser prohibida, porque representa una
amenaza a la vida de otras personas". Esa postura era defendida por un
55% de los encuestados en octubre, según el instituto.
Bolsonaro
impondrá un giro a la derecha también en la política exterior, con una
mayor aproximación con países como Estados Unidos e Israel.
CON GILBERTO GIL
Antes
de la asunción de Bolsonaro, los brasileños festejarán el año nuevo con
sus habituales fuegos artificiales, sobre todo en la playa de
Copacabana, en Rio de Janeiro, donde se espera la presencia de unas 2,7
millones de personas.
El Cristo Redentor, monumento icónico de
Rio y de Brasil, será iluminado con proyecciones tridimensionales y se
creará la ilusión de que gira y extiende sus enormes brazos hacia los
barrios que normalmente quedan a sus espaldas.
Animarán la fiesta
artistas como Gilberto Gil -que durante la campaña electoral firmó un
manifiesto contra Bolsonaro- así como la cantante de pop y funk carioca
Ludmilla y Baby do Brasil.
CLARA VICTORIA
La
hora de la verdad ha llegado para Jair Bolsonaro, que podrá demostrar a
partir del martes si tiene tanta habilidad para gobernar Brasil como
para hacer diatribas electorales contra la corrupción política, los
partidos de izquierda y la "ideología de género".
El exmilitar,
de 63 años, llega con una legitimidad conferida por una clara victoria
en las urnas y con un paisaje político devastado por cuatro años de
escándalos de corrupción, de crisis económica y de auge de la
criminalidad. La izquierda está dividida y los partidos de
centro-derecha quedaron reducidos a fuerzas inexpresivas.
El
Partido Social Liberal (PSL) del mandatario, con apenas 52 escaños de un
total de 513, será la segunda bancada de una pulverizada Cámara de
Diputados.
Para
asegurar la gobernabilidad, deberá mantener la convergencia de los
lobbies transpartidarios que le dieron un apoyo clave en la campaña: los
grandes productores agrícolas, las ultraconservadoras iglesias
pentecostales y los defensores de la flexibilización al porte de armas.
También obtuvo el respaldo del mundo de los negocios, seducido por sus promesas de recortes fiscales y privatizaciones.
RETÓRICA ELECTORAL
La
tarea se anuncia compleja. La reforma del régimen de jubilaciones,
considerada esencial por su equipo económico, encuentra resistencias
entre sus propios aliados. Y el acercamiento con Israel es visto con
desconfianza por los exportadores de carne, que temen represalias
comerciales de los países árabes.
Desde las elecciones, Bolsonaro
tuvo que dar marcha atrás o dejar en veremos algunas de sus promesas,
sin dar señales de por dónde arrancará.
"Estamos en vísperas de
la asunción del presidente electo y aún hay una gran incógnita sobre
cómo será el gobierno", afirma Rogério Bastos Arantes, profesor de
Ciencias Políticas de la Universidad de Sao Paulo (USP).
Uno de
sus pocos anuncios concretos fue el de la retirada de Brasil del Pacto
Mundial de la ONU sobre Migración. Otro, la precipitación del fin de la
cooperación médica con Cuba.
Esas medidas contentan a su
electorado, movilizado por una virulenta campaña de ruptura con ideas
universalistas y con los legados del Partido de los Trabajadores (PT,
izquierda), que gobernó de 2003 a 2016.
Pero Bolsonaro aún no ha
emitido señales de que pretende ser, como lo prometió ante la corte
suprema el 10 de diciembre, "el presidente de los 210 millones de
brasileños (…) sin distinción de origen, raza, sexo, color o religión".
Bastos Arantes afirma que si esas señales se hacen esperar demasiado, Brasil podría sumirse en una "crisis de gobernabilidad".
"Bolsonaro
tiene que decirle a la sociedad lo que pretende hacer positivamente, no
solo negativamente", apunta el politólogo, y previene: "Es muy difícil
gobernar y relacionarse con las instituciones en base a su retórica de
campaña".
"PODER POPULAR"
En su
discurso ante la corte suprema, Bolsonaro evocó la posibilidad de
sacudir el actual sistema de representación, a través de "una relación
directa" con el pueblo gracias a las redes sociales, su herramienta de
campaña preferida.
"Las elecciones de octubre revelaron una
realidad distinta de las prácticas del pasado. El poder popular no
precisa más de intermediación. Las nuevas tecnologías permitieron una
relación directa entre el elector y sus representantes", afirmó.
Para
Bastos Arantes, "el estímulo a la beligerancia puede continuar (…),
porque existen mecanismos constitucionales que pueden usarse para dar
apoyo al presidente por vía de referendos".
"Hay un escenario aún
muy abierto, con un riesgo de invertir en un enemigo interno, que pude
ser también externo", prosigue, recordando que Bolsonaro, alineado
diplomáticamente con el estadounidense Donald Trump, multiplica las
declaraciones hostiles contra el colapsado régimen socialista de
Venezuela.
"Inventar un enemigo externo para sostenerse internamente es una fórmula muy conocida", señala.
UN NOSTÁLGICO
Bolsonaro,
un nostálgico de la dictadura militar (1964-85), formó un equipo de 22
ministros, siete de ellos militares retirados; confió el ministerio de
Economía al ultraliberal Paulo Guedes, el de Relaciones Exteriores a un
diplomático convencido de que Trump puede "salvar a Occidente" y el de
la Mujer, Familia y Derechos Humanos a una pastora evangélica.
En
Justicia, colocó al juez anticorrupción Sergio Moro, figura emblemática
de la Operación Lava Jato, que llevó a la cárcel a decenas de
políticos, incluyendo al expresidente de izquierda Luiz Inácio Lula da
Silva.
El gobierno entrante reveló esta semana detalles de su
plan de puesta en marcha de ese equipo dispar, en su mayor parte sin
experiencia política, para sus primeros cien días.
El texto fija
cuatro etapas a 10, 30, 60 y 90 días para la identificación y el
encaminamiento de propuestas prioritarias, así como para la eventual
revocación de decretos y leyes existentes.
Prevé finalmente "una ceremonia de celebración de los 100 días de gobierno, el 11 de abril".
El mundo se habrá hecho entonces, quizás, una idea de lo que es el Brasil de Bolsonaro.
Fuente https://www.subrayado.com.uy/tabare-vazquez-viaja-la-asuncion-bolsonaro-llego-la-hora-la-verdad-el-nuevo-estadista-n522733